Av. de la Llibertat, 21, Xàbia, Alacant.Teléfono: 966 47 07 72.Precio medio: 35 euros.La Perla es un buen restaurante de costa. Hace las cosas típicas del restaurante de playa pero con una calidad por encima de la media. Su gran valor es la regularidad. Aquí siempre se come igual de bien. No importa si vas un jueves del mes de abril o un domingo en plena efervescencia veraniega. La cocina trabaja con calma, ceñida a un standar de calidad que no te deja con la boca abierta pero nunca te defrauda.
Esa regularidad se manifiesta claramente en los arroces. Casi todos son de pescado. Los hay melosos y secos. En la playa, y en verano, apetecen más secos. Son gustosos, con sabores naturales, buenos ingredientes y, lo más llamativo, cocinados en un punto muy acertado. Grano firme, bastante suelto y suficientemente húmedo como para resultar sabroso.

Lubina
Los pescados son de calidad. Puedes pedir un buen trozo de lubina con la absoluta seguridad de que será silvestre y saldrá cocida en su punto, como lo estuvo el arroz o lo estaría la carne. La cocina, repito, nunca falla. Tampoco falla la despensa. Aquí se compran en lonja y casi a diario porque hay mucha rotación. Para mantener esa rotación ayuda el tener una carta corta. Es un acierto. Una carta muy larga no hace la comida más satisfactoria y hace más difícil tener el producto suficientemente fresco. Aquí no hay demasiado donde elegir, pero sí lo suficiente. No falta buena gamba roja, cigalas, sepionet, almejas…

gambosí
Un entrante obligado en la comanda es el gambosí. Se trata de unas gambas de pequeño tamaño (nunca más grandes que una quisquilla), que se rebozan ligeramente y se fríen en aceite. Se comen enteras, con cáscara incluida. Son muy sabrosas, y jugosas. También está bueno (aunque no tanto porque la calidad del producto no es tan buena) el calamar a la plancha que se sirve con una suave salsa de ajo y perejil.
Si hay un punto débil en La Perla es el servicio. Se encargan de la sala una brigada de camareros tan eficientes como fríos. Atienden las mesas con una agilidad tremenda pero les falta ese punto de calidez que el cliente espera en el restaurante. Puedes entrar y salir de La Perla sin que nadie te halla dedicado la más mínimia sonrisa. Un camarero no es un mecánico que soluciona problemas. Es necesario que, además de traer y llevar platos, te haga sentir a gusto. Debe manifestar la hospitalidad necesaria para que el invitado/cliente perciba que es bienvenido. Bastaría con que La Perla tuviera un maitre afable y cercano para hacer más acogedora la visita.
El comedor es muy agradable. Luminoso, con mesas bien vestidas y unas vistas infinitas a la bahía. Tiene ese punto popular de los restaurantes de playa sin perder la prestancia de los buenos comedores. Sólo la excesiva proximidad entre mesas te hace sentir, a veces, un poco incómodo.