Calificación: 3 (sobre 5).Plaza del Colegio del Patriarca 6 . Valencia.963 925 166. Mar de Avellanas anda de mudanzas. Hace poco más de un mes que trasladaron el restaurante a la plaza del Patriarca (en lo que fue un día Cicerone). Claudia Peris y su equipo intentan con el cambio dar un paso hacia adelante, evolucionar y seguir creciendo.
El nuevo espacio tiene aire de restaurante serio y clásico. Mar de Avellanes fue de los primeros locales de la ciudad que apostaron por una propuesta funcional donde se disculpaban ciertos valores (hasta entonces irrenunciables) en favor de un precio asequible. Eran los tiempos duros de la crisis y Mar de Avellanes vivió un éxito rotundo. Es curioso que quienes lideraron la tendencia del bistró sean también los primeros en volver al concepto de restaurante de toda la vida.
Es en la sala donde más evolución se percibe. Un comedor acogedor, con un cierto aire retro, con mesas bien vestidas y muebles cómodos que invitan a prolongar la sobremesa. Bastante espacio entre mesas, acústica cuidada…Se pone en valor el espacio como reclamo para el cliente. En cocina, todo parece ir un poco más despacio. Claudia parece obsesionada en mantener su clientela, en dejar bien claro que el nuevo espacio no supone un cambio radical ni un escenario de precios muy diferente al anterior. Por eso mantiene un menú de mediodía por 25 euros que mantiene esa fórmula de tres entrantes+plato principal a elegir+postre, café y bebida que se convirtió en la marca de la casa.
Más allá de ese menú, hay una carta corta que se puede disfrutar en raciones o en forma de menú degustación (35 euros 10 pasos). Es ahí, en la carta, donde aparecen los platos más sofisticados. José Vicente Expósito y Nacho Yuste, jefes de cocina, parecen preocupados por evidenciar en cada plato su vocación creativa. A veces demasiado. Son buenos cocineros que no necesitan de los recursos fáciles para llamar la atención del cliente. Prefiero, por ejemplo, su sopa de cebolla (gustosa y reconfortante) al juego del melonjito (melón impregnado de mojito) con ventresca de atún. Me quedo con su steak tartar, ignorando el helado de wasabi que le acompaña y que puede llamar la atención del foodie pero se come el sabor y el buen aliño que luce el steak. José Vicente y Nacho deberían confiar más en su capacidad para hacer platos sabrosos. Su rodaballo es bueno y no necesita del jugo de plactón para merecer una reseña.
El precio es, aún hoy, uno de los atributos más importantes de Mar de Avellanes. Una comida a todo trapo no pasa de los 40 euros. A eso contribuye, sin duda, la carta de vinos. Es cortita, pero con referencias muy bien escogidas y unos precios muy comedidos que dejan en evidencia los márgenes excesivos que marcan algunos restaurantes.
A la entrada, y en la terraza exterior, proponen una carta informal con tapas de nuevo corte y un menú de dos platos que se mantiene en 14 euros.
¿Algún comentario sobre el servicio de sala?
Pues la verdad es que el servicio de sala está bastante bien, sobre todo teniendo en cuenta el precio de la factura. Me sorprende mucho lo ajustados que están los precios de los vinos y tienen un sumiller bastante competente que viene de haber trabajado en Komori.
De los mejores locales de valencia..
Excelente relación calidad-precio, servicio amable y local precioso.
Suerte