Ameyal nos presenta una cara nunca vista en Valencia de la cocina mejicana. No huye de los tópicos (aquí hay tacos y enchiladas), pero va más allá de eso y se adentra en los territorios de la cuchara y los guisos tradicionales.El peso de la cocina recae sobre Mauricio Gómez, un joven cocinero mexicano muy bien formado, que luce buena mano y buen gusto para afinar los platos.
La mayoría de los clientes comienzan la comida con el guacamole. Se prepara en la mesa, a la vista del comensal, en un molcajete (una especie de mortero fabricado con roca volcánica y, por tanto, rugosa). Es fresco, ligero y siempre apetece. También están muy buenos los tacos. Dos opciones bastan para hacerse una idea de lo que es un verdadero taco mejicano. Sobre torta de trigo encontraremos el taco de buey (que se sirve con una cremita de frijoles, un alioli de ese chile que ellos llaman chipotle y un aire de setas). En torta de maíz se sirve el otro taco de la casa, de cochinita pibil, que se elabora con cerdo ibérico.
También está muy buena su sopa azteca, un caldo de pescado al que le sienta muy bien un aderezo preparado con polvo de chicharrón. Los peros aparecen cuando opto por el pescado como plato principal. Los sabores siguen siendo genuinos, pero los puntos y las técnicas no
me convencen. Me ocurre cuando pido el pozole de marisco. Se trata de una sopa de pescado que está muy buena, pero que se deja caer sobre unas gambas secas y duras y unas almejas enjutas y sin molla. O el marisco perdió la gracia en una cocción excesiva o nunca tuvo la calidad deseable.
puntos en los que se come el pescado en México, pero no me gustan. De la misma manera que los escabeches de Vicente Patiño son más finos y delicados que los que preparaban nuestras madres, Mauricio debería evolucionar las técnicas tradicionales para evitar estos excesos con los pescados.
Me gusta la importancia que dan en Ameyal a la coctelería. La apuesta es tan fuerte que el personal de sala cuenta con un coctelero (Pau Castillo) dedicado sólo a las mezclas y los destilados. Creen, con acierto, que el mejor maridaje para esta cocina no sale de la bodega sino de la coctelera. Pau tiene gracia, mano y repertorio para preparar combinaciones en función del gusto del cliente y la composición de la comanda. De momento Ameyal es el único restaurante de la ciudad que tiene un coctelero dedicado exclusivamente a su oficio. Ojalá cunda el ejemplo.
Desde la inauguración de Ricard Camarena no veíamos una apertura con tantas ambiciones como en Ameyal. Por fin alguien vuelve a atreverse con un restaurante de verdad. En los últimos tiempos en Valencia se sucedían las inauguraciones, pero rara vez iban más allá del bistró o el gastrobar. Ni por asomo se acercaban al despliege de servicio y decoración de esta casa. Los gourmets estamos de enhorabuena.