En aproximadamente 200 años hemos pasado por tres revoluciones industriales que han marcado tanto los modelos de negocio, la fuerza de trabajo, los sistemas de producción, la deslocalización industrial, etc. Muchas han sido las influencias de estas tres revoluciones industriales, pero quizás la influencia más importante es a la que nos enfrentamos en estos momentos.
Nanotecnología, drones, impresoras 3D, robots, inteligencia artificial, son algunas de las materias que están cada día más en el mercado y que son los generadores de la llamada “Cuarta Revolución Industrial”.
Está nueva revolución tiene una influencia directa sobre la gestión de las personas, los modelos de negocios empresariales, los tipos de organización interna, así como en la cualificación de los empleos.
Según el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) o también llamado Foro de Davos esto tendrá una repercusión inmediata sobre el empleo, calculando unos despidos superiores a los 5 millones en los 15 países más industrializados del mundo, pero al mismo tiempo se generaran empleos tecnológicos superiores a los 9 millones en dichos países.
Pero realmente, ¿cómo afecta esta revolución a la gestión de las personas? ¿estamos preparados para adaptarnos a nivel de recursos humanos a estas nueva revolución industrial? ¿qué competencias se necesita fomentar en las personas para adatarnos mucho mejor? ¿estamos a tiempo?
En palabras de Xavier Busquets, catedrático de comercio digital de ESADE “Los trabajos que necesitan mayor nivel de formación y creatividad son los que tendrán más márgenes para estar garantizados en un futuro, mientras que los empleos más repetitivos serán condenados a desaparecer”.
Es verdad desde mi punto de vista que la mayor cualificación y formación hacen que las personas tengan mayores oportunidades para acceder a determinados puestos de trabajo, pero existe una variable transversal que influye a todos ellos que es la creatividad como habilidad fundamental para adaptarse y evolucionar con dicha revolución.
Durante muchos años la creatividad ha sido defenestrada de los sistemas educativos, tanto en la educación formal como informal, dejando esta disciplina para los trabajos relacionados con la cultura en general. Hoy es el día que la creatividad tomada como pensar de una forma diferente para generar innovaciones disruptivas se ha convertido en uno de los puntales fundamentales de las formaciones de los directivos, pues en años anteriores no se estaba exigiendo esta competencia y ahora resulta fundamental para aportar valor a la compañía.
Pensar de una forma diferente, salirse de la caja, establecer procesos mentales diversos y diferentes, solucionar problemas desde otros puntos de vista, etc., son algunas de las afirmaciones que muchos directivos están a día de hoy solicitando para sus equipos. De repente, la innovación y la creatividad se han convertido en ejes estratégicos de las empresas y de sus equipos de trabajo para diferenciarse en el mercado y poder dar soluciones a los clientes de una forma singular y particular, primando la usabilidad, la sencillez, la simplicidad, de los servicios aportados.
Podemos concluir que una de las primeras repercusiones de la cuarta revolución industrial es fomentar la creatividad dentro de las organizaciones y que estás sean ecosistemas que fomenten la innovación tanto interna como externa.
Moldear la mente orientándola hacia el fomento del pensamiento creativo resulta fundamental para adaptarse a esta nueva era.