Si todavía no has oído hablar del intraemprendimiento, no tardarás en hacerlo. Es el palabro de moda, un concepto que marca tendencia. Pero como ocurre con tantas modas y tendencias, lo novedoso es sólo la palabra: intraemprendedores ha habido desde siempre.
Laboral y empresarialmente hablando, me crié en los años 90. Una época en la cual las empresas tenían forma de pirámide y los directivos y empresarios, tintes faraónicos. Ya entonces, toda organización contaba con ese tipo de personas curiosas, inquietas, identificadas al máximo con la empresa, con una clara visión del negocio y con un espíritu constructivo que les impulsaba a idear formas diferentes de hacer las cosas para beneficio de todos. Pero eran malos tiempos para ellos.
Por norma, la dirección de las empresas se creía en posesión de la verdad y hacía oídos sordos a nuevas ideas, especialmente si éstas provenían de personas de rango inferior.
Hoy, las tornas han cambiado. Ante una realidad de mercado compleja y cambiante, los empresarios y directivos necesitan más que nunca de las ideas de sus equipos. El talento interno es el filón del siglo XXI. Es el momento de reivindicar la figura de los intraemprendedores y elevarlos a la categoría que siempre debieron ocupar como motores de la innovación interna de las empresas.
Si el intraemprendedor es la semilla, la cultura organizativa debe ser la tierra en la que sembrar para obtener frutos
Ahora bien, si el intraemprendedor es la semilla, la cultura organizativa debe ser la tierra en la que sembrar para obtener frutos. Gifford Pinchot, fundador del Bainbridge Graduate Institute y uno de los mejores pensadores contemporáneos sobre intraemprendimiento, afirma que “la innovación se está estancando en las grandes organizaciones como resultado del atrincheramiento de sus sistemas de análisis y control justo cuando las condiciones del ambiente están haciendo a la capacidad para innovar una condición necesaria para la supervivencia”.
Según Pinchot, “los accionistas deciden sobre su capital en virtud de los resultados, por lo que no siempre la gente más creativa de la organización siente libertad para exponer y desarrollar su potencial por temor a resultados inciertos o fracasos seguros”.
El intraemprendedor necesita un hábitat propicio en el que florecer
El intraemprendedor necesita pues, un hábitat propicio en el que florecer. A mi entender, ese hábitat depende de que se den 5 condiciones necesarias:
PRIMERA: EL AMBIENTE PROPICIO
Se debe crear el ambiente necesario para que los intraemprendedores puedan salir a decir “yo quiero ayudar”. Si la cultura de la organización no lo permite o no crea los canales de comunicación adecuados, nadie se animará a participar.
SEGUNDA: LA IDENTIFICACIÓN EL TALENTO
Identificar de una forma voluntaria el Talento Emprendedor dentro de la empresa, independientemente del puesto de trabajo que ocupa. Los intraemprendedores tienen rasgos muy característicos que incluso se pueden medir de una forma cuantitativa.
TERCERA: CLARIFICACIÓN DEL FOCO
Es fundamental crear los caminos para que las personas puedan funcionar de una forma autonóma, teniendo que reportar a una matriz general que de soporte y apoyo, así como consejos para no perder el foco de la acción.
El intraemprendedor debe tener claros sus objetivos. Sin reglas no hay juego y sin metas el espíritu de logro de los equipos no se pondrá a funcionar. Reglas, metas y logros, serían las tres palabras que definirían los mecanismos impulsores de los intraemprendedores.
CUARTA: ESPÍRITU TRANSGRESOR
Motivar a romper con los moldes establecidos. Debemos intentar romper con los estamentos establecidos y poner a pensar a nuestros equipos de intraemprendedores sobre el producto, el servicio, los procesos, los clientes, etc., sin temor al error o al fallo. Debemos darle banda ancha a su pensamiento disruptivo para que las ideas fluyan de forma fructífera. La mente se pone a funcionar cuando se siente libre de errores o de estereotipos.
QUINTA: CONFIANZA
El intraemprendedor necesita saber que la empresa confía en él. Si confianza no hay generación de ideas ni las personas sienten la responsabilidad de llevar los proyectos hacia delante. Generemos en los equipos de intraemprendedores la suficiente confianza como para atreverse a pensar diferente.
Sea cual sea la empresa, si estas condiciones se dan, no tardará en aflorar el talento en forma de ideas innovadoras que mejoren el posicionamiento, diversifiquen el negocio y aumenten la facturación.
Empresarios y directivos: ¡no dejéis escapar la oportunidad de darle una oportunidad al talento que se oculta en vuestra empresa!